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¿Por dónde iba?

Pensamientos inconexos

Hay quien, como yo, considera la vida como una sucesión de etapas. Pero no de etapas objetivas como pueden ser los años, o la independencia económica. Me refiero a etapas subjetivas; Intervalos de tiempo marcados por una compañía, un sentimiento o, incluso, un olor.

Hay veces que uno se harta de vivir en una misma etapa y desea que algo interesante cambie su vida. Le pasa a todo el mundo. Lo que diferencia a unas personas de otras es que unas esperan que el cambio provenga de una circunstancia externa, y no se dan cuenta que, en el fondo, depende del mundo interior (lo único que realmente poseemos en esta vida).

Decía el psiquiatra Enrique Rojas que la Felicidad consiste en el equilibrio entre los tres planos que marcan la vida del hombre: amor, trabajo y cultura. Si uno de estos aspectos no está lo suficientemente desarrollado no podremos ser felices. ¿Es este el mismo discurso que nos enseña la sociedad en la que vivimos?

Si nos quitan los amigos, la familia, el dinero, la ropa, los anillos, lo “bailao”, la tele, los libros, los horarios, las obligaciones, los viernes por la noche, las imposiciones, las fotos, el ordenador, los folios, las… ¿Quiénes somos?

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